lunes, 12 de agosto de 2013

1001 piezas...

Un abuelo con su nieto entraron aquella tarde en el bar, no parecía un lugar apropiado para un niño de esas edades, era un lugar donde se respiraba melancolía, uno de esos lugares donde acaban los escritores borrachos escribiendo sus fantasías en alguna de las mesas apartadas de la vidriera de la entrada. A esas horas llegaba aquel poeta del whisky con hielo y un platito de ibérico, desde hacía unos días estaba muy cambiado, como con unos aires nuevos; el abuelo, también asiduo a la taberna desde hace mucho tiempo, le saludó y él se sorprendió al ver a un niño como aquel  en un lugar así, pero se saludaron, y ambos se fueron a sus respectivos sitios, el poeta a la mesa del fondo y el abuelo al primer taburete de la barra al entrar ya que sus piernas no estaban como antes, se sentó y el camarero fue a tomárles nota.
-Veo que hoy vienes acompañado, ¿qué querréis tomar hoy?
-A mi tráeme lo de siempre y al pequeño una horchata bien fresca.
-Lo tendrás todo aquí en un momento.
El pequeño no sabía que decir, nunca había compartido demasiados momentos con su abuelo, para él era un extraño con el que, muy de vez en cuando, sus padres le hacían ir a dar una vuelta y, aunque siempre le había producido curiosidad conocerle mejor, sus timidez y un poco de temor hacia el anciano nunca le permitían conseguirlo, tanto era así que incluso le trataba de usted.
El camarero les trajo la bebida y tras un rato de silencio entre los dos el anciano dijo:
-Ves esta botella chico, es preciosa ¿verdad? Pues si te bebieras un misero sorbo de lo que hay en su interior sufrirías una muerte agonizante en los próximos minutos ante la que ninguno de lo presentes podría hacer nada excepto mirar perplejo las múltiples convulsiones que sufrirías mientras algún alma caritativa intenta llama  urgencias con una esperanza de que tu vida se salve inútil.
-¿Sabe usted que contiene esta botella?
-No realmente, me dejo llevar por los testimonios que he visto y oído, con eso me basta.
-¿Todos mueren?
-No, todos no, algunos si que beben de ella y se van tan campantes.
-Siento decirle que no entiendo nada- dice mientras esboza una risa en medio de ese lugar de ambiente tan lúgubre.
-A tu edad es normal, te falta experiencia en la vida, pero con el paso de los años recordarás esto y empezarás a unir las piezas que dan sentido a todo este puzzle.
-¿Cómo un juego de pistas?
-Se podría decir que sí, y cada pista es una vivencia nueva; detrás de cada una encontrarás una pieza de puzzle, ¿quieres jugar?
-Parece un juego divertido, sólo necesito saber las normas.
-¿¡Normas!?- pregunta exaltado mientras se ríe a carcajadas bajo la atenta mirada de los cuatro gatos que estaban en el local- ¿acaso hay normas para vivir? Tú simplemente vive, la vida es un regalo que viene gratis pero que muchos no aprovechan, hace un tiempo escuché una frase que lo definía bastante bien, "hace mucho tiempo que vives pero se te olvida vivir", es una breve reflexión que muestra la triste vida que lleva la gente hoy en día; miro a la gente por la calle y les veo tan absortos en hacer todo lo que tienen que hacer que veo que se están saltando la parte buena de la vida.
-¿La vida va por partes?
-Digamos que es otro puzzle que nadie se molesta en completar; tiene partes buenas y partes malas pero ambas son de esas experiencias que tienes que vivir para encontrar todas las piezas que forman el puzzle, nunca debes juzgar algo por lo que a primera vista pueda parecer, ni un objeto ni una persona ni una situación, todo, absolutamente todo, tiene un trasfondo del que se puede aprender algo y que te hace evolucionar como persona pero sólo si estás dispuesto a que la vida te enseñe.
-Me estoy liando, no entiendo nada con tantas veces que repite lo mismo.
-Todo está conectado, ya tendrás tiempo para descubrirlo, todavía eres un niño aunque te auguro un buen futuro, eres un chico curioso y eso me gusta.


Bueno, nada más por hoy, disfrutadlo y compartidlo. Seguid con vuestras cómodas vidas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario