jueves, 4 de abril de 2013

"La frontera de la cordura" Capítulo 5

Conversaciones cómplices
Ya llevaba días y días leyendo y releyendo aquel montón de hojas y en cada nueva lectura había un nuevo detalle que le llamaba la atención sobre aquella monstruosa ciudad que veía por la ventana de su pequeña cabaña y, a pesar de haber leído tanto, no se podía ni imaginar como podía ser la vida ahí dentro. En aquel momento pasaba por la parte que hablaba de Bentti y sus reuniones clandestinas con el gabinete de la Razón hasta las que llegaba por una serie de túneles subterráneos que comunicaban ambos lados de la frontera, esa parte era la que más le llamaba la atención; a pesar de lo que siempre le habían dicho, que era prácticamente imposible entrar en la Ciudad de su montón de hojas aprendió que todo no era así, que había mucha gente que entraba y salía a diario por una serie de pasadizos y túneles y que ese era su trabajo, hacer a diario lo que muchos creían imposible. Tras esa hoja había un mapa esquemático de la situación de esa red subterránea pero que no había conseguido descifrar todavía. Lo volvió a ojear en busca de algún tipo de revelación que le permitiera situarse y así poder emprender la búsqueda pero entonces escuchó su nombre a lo lejos. Se exaltó y tras recuperar el aire se asomó por la puerta para ver si había alguien o solo lo había imaginado, pero efectivamente, una figura se acercaba a lo lejos hacia la pequeña cabaña de Satya.
-¡Satya, hola!- se escuchaba desde la lejanía.
Entró corriendo en casa y escondió todos los papeles entre las estanterías; era su pequeño tesoro y no quería que nadie supiera siquiera de él, era suyo y sólo suyo. Cuando se volvió a asomar ya podía distinguir quién era aquella figura que se acercaba. Se llamaba Ibbani y esas eran las visitas que más disfrutaba, con ella podían estar hablando durante horas e incluso se llegaron a quedar hablando durante noches enteras a la luz de unas pobres velas que Satya guardaba en alguna de las miles de cajas de las estanterías. En lo que se acercaba los gatos se fueron de la cabaña y ella fue preparando un poco la cabaña aunque normalmente se sentaban a hablar en el banco de la entrada.
Llegó, se saludaron y el abrazo fue muy efusivo, hacía ya mucho que no iba a verla por diversos problemas y ambas se comenzaban a echar de menos. Se sentaron en el banco, como de costumbre, y comenzaron a contarse todo lo que les había pasado desde la última vez que se vieron, o eso creía Ibbani; mientras ella hablaba Satya miraba a la Ciudad, estaba justo detrás de la cabeza de su amiga.
-Creo que no me estas escuchando- en ese momento reaccionó.
-Lo siento, es que últimamente estoy un poco... distraída- siguió la trayectoria de sus ojos y vio la Ciudad.
-¿Por la Ciudad? ¿Qué te traes tú ahora entre manos?
-Nada, nada, pero ¿nunca te has preguntado como son las cosas ahí dentro?
-La verdad es que no demasiado, aunque para ti debe ser más complicado estando aquí y viéndola sólo al asomarte por la ventana, por eso la mayoría hemos elegido vivir lejos, para no tener esas inquietudes ¿no te fijas? el mundo en el que vivimos es perfecto o es lo más parecido a eso que puedas encontrar, ahí dentro, solo con echar un vistazo, todo parece triste, y mientras aquí disfrutamos de la buena vida.
-¿De veras nunca te lo has planteado? Toda la vida sabes que está ahí pero nunca quieren decirnos que hay ni nos dejan entrar. ¿Tan malo debe ser? No lo creo, y yo, aunque sea por mera curiosidad, quiero entrar ahí y ver como son las cosas.
-¿Entrar? Creo que tanta soledad te ha afectado a la cabeza, no se puede entrar, los guardias de la Razón vigilan toda la muralla y ya ni hablemos de la puerta. Además acuérdate, la curiosidad mató al gato- y tras esto echó una mirada cómplice y se echó a reír.
-¡No te rías de mis gatos, son reales! Se han ido justo antes de que tu llegaras, lo juro.
-Bueno vale, pero repito, la curiosidad mató al gato; déjate de investigar sobre ese monstruo de hormigón y dedícate a vivir la vida tan preciosa y relajada que llevas aquí.
-Creo que seré yo quién mate a esa curiosidad- dijo en voz baja; ella la oyó, ambas se quedaron en silencio.
En ese punto se le ocurrió que podría enseñarle los papeles, quizás así podría cambiar de opinión y ayudarla a buscar una entrada a esos túneles, quizás ella supiera interpretar esos mapas tan esquemáticos, quizás lo único que le falte es un estímulo directo.
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Bueno, aquí el 5º capítulo de mi pequeño proyecto "La frontera de la cordura", espero que os haya gustado y que nadie se haya molestado por la tardanza. Os aviso que esta vez vuelve a haber una pequeña encuesta sobre el próximo capítulo, son tres opciones y daré de tiempo toda la semana que viene ya que vuelve a comenzar el curso y tengo bastante trabajo durante esta próxima semana.

Bueno, nada más por hoy, disfrutadlo y compartidlo. Seguid con vuestras cómodas vidas.

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