sábado, 29 de diciembre de 2012

Una tarde cualquiera...

Era domingo por la tarde, una tarde oscura de otoño como todas la demás tardes de otoño. Llovía, caía una lluvia tan fina que apenas podía sentirse en la piel, y él caminaba, caminaba sin rumbo por las por las calles desiertas de la pequeña urbe. La lluvia caía encima suyo y, aunque imperceptiblemente, iba mojando poco a poco su ropa, aunque no le importaba, siempre le había gustado mojarse bajo la lluvia, siempre lo había considerado un pasatiempos más. Pasaban coches y alguna que otra persona que le daban a la escena un toque de humanidad aparte de las siempre presentes luces de las ventanas, pero él, encerrado en su ser, intentaba alejarse de esa humanidad de la que no se sentía parte, aunque buscara hacerla un lugar mejor; era un lugar en que no había encontrado su sitio y por el cual motivo había llegado a la conclusión de que no era su lugar, quedando apartado a un segundo término donde todo estaba hecho de otra manera, más intelectual y razonable. La lluvia seguía y se intensificaba, y él frenaba el paso para poder disfrutar más de ella, aprovechando su fugaz visita de la forma que pudiera. Sí, algunos le llamará loco quizás, alguien que quiere alejarse de la sociedad y no relacionarse con ella, pero el ser humano tiene derecho a equivocarse por esa misma condición de humano; él no quiere alejarse de la sociedad, no quiere perderla de vista, asumió muy bien lo de tener al enemigo cerca, no quiere alejarse porque cuanto más lejos esté más difícil será cambiar el rumbo para conseguir, sino algo mejor, algo sostenible; y bueno, lo de loco... siempre se ha llamado locos a los soñadores, así que lo tomaré como un cumplido.

Bueno, nada más por hoy, disfrutadlo y compartidlo. Seguid con vuestras cómodas vidas.

2 comentarios:

  1. cada entrada mejoras eh señor Bee Man. Ves al final te hice caso y vuelvo a estar por aqui dando el coñazo jajaja

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  2. ooh que guapo en la foto Andrés... jaja :)

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