viernes, 17 de agosto de 2012

Haciendo amigos desde la sombra...

"Era una noche de verano cualquiera. Una noche tranquila de esas en las que se agradece mucha las suaves brisas de viento que fortuitamente fluyen durante estas épocas del año. Una noche en la que no se veía presencia alguna por la calle salvo algunos gatos y coches pasando a toda velocidad. Y entre la noche silenciosa y vacía apareció una figura, un hombre a primera vista como cualquier otro, un hombre alto, un tanto escuálido, pelo oscuro, ropa ancha y tantas otras cualidades como se le puedan asignar a una persona para describirla.
Siendo la única persona que habitaba esas tristes calles a esas horas de la noche decidí seguirle y a simple vista parecía que vagaba sin rumbo por las calles, y pasaba una, y otra, y otra y no se detenía hasta que por fin llegó a un pequeño camino y se detuvo en un lugar, a ese pequeño idilio, un lugar apartado lo justo del pueblo como para estar tranquilo y solo si es necesario.
A estas alturas los dos sabíamos de la presencia del otro aunque no hubiera fluido ninguna palabra en ningún momento y al llegar al lugar decidí sentarme a su lado observando el oscuro paisaje donde se distinguían las luces de las poblaciones vecinas y a la vez observando el cielo estrellado. Fue en esos momentos de estar silencio donde se produjo un pequeño cruce de miradas donde vi algo peculiar, algo que sobresalió de lo oscuro de la noche, un brillo, un brillo especial en los ojos de ese chico, un brillo que solo se encuentra en las personas diferentes, por suerte o por desdicha, a modo de marca y tras esto el comenzar una conversación fue inminente. Se llamaba Bee Man y desde el primer momento ya me fije que era un tío peculiar como bien indicaba el brillo de sus ojos. Estuvimos hablando un rato, dialogando sobre la vida, "bohemiando" que decía el y sus palabras tenían algo que no se puede definir con las mías, algo que las hacía únicas; tenía mucho que contar y que expresar y le dije que me gustaría seguir la conversación en otro momento a lo que me contestó que cualquier noche podía encontrarlo ahí con un poco de suerte o que el me encontrara a mi. Ese lugar peculiar se convirtió en el lugar de encuentro, un lugar tranquilo, apartado, oscuro y donde, según dijo, la inspiración da largos paseos y muestra su lado más social.
Nos despedimos, él volvía a parecer un alma sin rumbo y yo volví al mundo de las sombras".

Bueno, nada más por hoy, disfrutadlo y compartidlo. Seguid con vuestras cómodas vidas.

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