sábado, 7 de julio de 2012

Como las tardes nubladas en verano...

Que mejor momento para hacer limpieza que en uno de esos días grises, en los que no se sabe si es más gris es tiempo o el estado de ánimo... Ese momento en el que prácticamente la totalidad de la existencia humana te da igual, en que no te importa nada más que contadas cosas que están a tu alrededor y en ocasiones ni siquiera eso... Esos momentos son los mejores para hacer una limpieza porque no le das importancia a nada, cualquier cosa que pase por tus manos la mirarás, recordarás el momento en que llegó a ti o el momento en que lo hiciste, y olvidarás todo eso para poner fin a la existencia de ese objeto; y así uno tras otro y otro. Siempre hay cosas que se salvan, por su utilidad o porque los recuerdos que transmiten son demasiado grandes como para tirarlo pero el mismo estado de indiferencia que te hace tirar las cosas actúa de otra manera y hace que a lo que guardas le restes algo de el valor que tiene... Y pasan los minutos y sigues tirando y guardando cosas todo el rato hasta que tú mente se va despejando, y te animas por muy nublada que esté la calle, y la música que estaba sonando todo el rato te llena por dentro y así vas aumentando la alegría hasta terminar cada vez guardando más cosas de las que tiras. Y es en ese momento, en el justo momento de acabar, cuando ya has dejado de pensar en todo aquello que te nubló el día, que tu cabeza piensa "Y así me he olvidado de todo aquello" y en ese justo momento todo vuelve, todos los problemas que arrastrabas vuelven y todo se vuelve a nublar. Y pasan los minutos y por otra acción te vuelves a olvidar de los problemas, y al acabar vuelves a tener el mismo pensamiento y vuelve todo a donde estaba. Y es que parece que nuestro cerebro quiera estar triste, quiera hacer perdurar esa tristeza que en muchos casos viene de vez en cuando; vienen de vez en cuando como las tardes nubladas en verano.

Bueno nada más por hoy, disfrutadlo y compartidlo. Seguid con vuestras cómodas vidas

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